Industria argentina: entre la crisis prolongada y un repunte con sabor a poco.

La industria nacional atraviesa un escenario de contrastes. Mientras los últimos datos de junio dejaron ver un repunte alentador, la tendencia general sigue mostrando claroscuros que reflejan el complejo momento que vive el aparato productivo argentino. Por un lado, cuatro meses consecutivos de retroceso arrastraron al sector a niveles de hace casi dos décadas; por otro, el último dato mensual mostró un crecimiento interanual del 12 % que encendió una tenue esperanza.
Una caída que preocupa
Desde marzo hasta junio, el índice de producción industrial acumuló una contracción del 2,1 %, con doce de los dieciséis sectores en terreno negativo. El golpe fue particularmente fuerte en alimentos y bebidas, un rubro que representa un cuarto del indicador general, y que arrastra la caída del consumo interno. También sufrieron retrocesos los textiles, el cuero, el calzado, la maquinaria y los equipos.
La consecuencia inmediata es que el nivel actual de actividad retrocedió a cifras similares a las de 2007, lo que implica un retroceso de más de 18 años en términos de capacidad productiva. A esto se suma un dato clave: la capacidad instalada utilizada permanece por debajo del 60 % por séptimo mes consecutivo, lo que muestra que buena parte de las plantas trabajan con un alto nivel de subutilización.
Un junio con aire, pero insuficiente
El último dato disponible marcó un crecimiento del 12 % interanual en junio y un 1 % mensual respecto de mayo. Este repunte posicionó a la industria apenas por debajo de los niveles alcanzados en noviembre de 2023, cuando se había registrado un pico de actividad.
El repunte se concentró en sectores puntuales como molienda de granos y ciertos insumos para la construcción. Sin embargo, otros rubros clave, como el automotor o el de bebidas, mostraron resultados negativos. Esta heterogeneidad expone que la mejora de junio no representa aún un rebote amplio ni estructural.
Importaciones, consumo y empleo
Otro factor que condiciona la dinámica es la entrada de bienes importados, que creció con fuerza y compite directamente con la producción local en rubros sensibles. El consumo interno, golpeado por la caída del poder adquisitivo de los salarios reales, limita la capacidad de respuesta de la industria.
En paralelo, el empleo industrial muestra una tendencia de estancamiento. Si bien no hubo un derrumbe significativo en los puestos formales, el ajuste en las plantas y la baja en las horas trabajadas son señales de alerta.
Luces y sombras del panorama actual
- Positivo: el rebote de junio, el dinamismo de sectores puntuales como molienda y construcción, y la posibilidad de que la estabilización macroeconómica ayude a ordenar costos.
- Negativo: la caída acumulada del 2,1 % en cuatro meses, la capacidad instalada por debajo del 60 %, la pérdida de consumo interno y la presión de las importaciones sobre la industria local.
En síntesis, lo que parece un respiro es también un recordatorio de que una recuperación mensual no alcanza para revertir una tendencia estructural de debilidad.
Lo que viene: desafíos para consolidar la recuperación
El segundo semestre será determinante. La industria necesita un shock de confianza y medidas concretas que apunten a:
- Incentivar la inversión productiva con líneas de financiamiento accesibles.
- Impulsar el consumo interno, clave para sectores como alimentos, bebidas y textiles.
- Proteger a sectores sensibles frente al avance de las importaciones.
- Favorecer la innovación y modernización tecnológica de las plantas industriales para ganar competitividad.
Conclusión
La industria argentina atraviesa un momento bisagra: los datos muestran tanto el peso de la crisis como la capacidad de recuperación que aún conserva. El repunte de junio es una señal positiva, pero todavía no alcanza para hablar de un cambio de tendencia.
El desafío de aquí en adelante será transformar ese alivio en una trayectoria sostenida, que devuelva confianza a empresarios, trabajadores y consumidores. Porque la industria, motor histórico del desarrollo argentino, necesita mucho más que un mes positivo: requiere políticas estables, visión de largo plazo y el esfuerzo conjunto del sector público y privado para volver a crecer de manera sólida y sostenida.






