La Industria en estado critico.

Por Pablo Tigani

Seguimos lejos de evidenciar una tendencia firme, y podemos ver que se evidencia la etapa más pobre de recuperación de la industria después de una caída, en los últimos 45 años. Los signos aparentemente alentadores se sustentan en una base de comparación baja, y su sostenibilidad futura es incierta. En este escenario de aparente estabilidad, el sector industrial enfrenta amenazas latentes: dólar barato, importaciones crecientes y enorme dispersión sectorial. El interrogante central no es si la industria crecerá, sino si podrá resistir el embate de políticas macroeconómicas que podrían erosionar la base productiva en un país con memoria de colapsos industriales. Observando los datos del último informe de FIEL, podemos concluir que la actividad industrial es según el tipo de bienes producidos. Los bienes de capital lideran el ranking de rebote técnico en los primeros seis meses del año acumulando una mejora de la producción de 11.5% respecto al nivel alcanzado en los primeros seis meses de 2024 (uno de los peores semestres de los últimos maños). Por detrás se coloca la producción de bienes de consumo no durable con un repunte acumulado de actividad de 3.6% en el semestre y en la comparación interanual. Con un crecimiento inferior al promedio, la producción de bienes de uso intermedio eleva su actividad 2.2% mientras que los bienes de consumo durable muestran una ligera mejora, en ambos casos respecto del registro del primer semestre del año pasado. Recuerde que fue un semestre que soporto una devaluación de 118%. De este modo, aun cuando los bienes de capital lideran la recuperación de la industria en el periodo, la mayor contribución a la mejora de la actividad la realizan los bienes de consumo no durable, fundamentalmente por la producción de alimentos.

En términos desestacionalizados, la producción industrial de junio volvió a mostrar una caída (1.2%) respecto al mes previo luego del impasse de mayo tras dos meses en retroceso. De este modo, la actividad acumula una mejora de 4.4% en la comparación con abril de 2024, en el inicio de la recuperación, pero se coloca 2.9% por debajo del registro de febrero pasado. Con este resultado, los indicadores que permiten monitorear la sostenibilidad de la presente fase muestran un deterioro, señalando una pérdida de dinámica de la recuperación. Así es que la fase de iniciada en abril del año pasado, en catorce meses es la que menor crecimiento ha acumulado junto con la iniciada en septiembre de 2016, en la comparación con las fases de crecimiento previas desde 1980 de acuerdo a información del índice de producción industrial de FIEL.

En síntesis, la industria volvió a mostrar un moderado avance comparando con los primeros siete meses del año pasado. La sostenibilidad de la recuperación muestra más dudas que certezas hacia los meses por venir, ya que en varios sectores se agotó el efecto positivo de base de comparación, a lo que se suma el potencial impacto sobre la demanda de altísimas tasas de interés sostenidas por la creciente iliquidez existente en la economía, producto de la suba de encajes y necesidades de pesos de la economía pública y privada.

Argentina ha atravesado múltiples crisis industriales desde los años ochenta, pero pocas veces lo ha hecho con una base productiva tan azotada y un entramado pyme tan frágil. Si la actual estrategia macroeconómica persiste, la recuperación volverá a desacelerar su tasa de recuperación en lo que resta del tercer trimestre del año. Así entraríamos a una nueva fase de desindustrialización insondable.

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