Industria argentina: cuatro meses de retroceso y un repunte que aún no alcanza para hablar de recuperación.
La industria argentina atraviesa un 2025 lleno de contrastes. Luego de un inicio de año en el que se insinuaba cierta estabilidad, la producción acumuló cuatro meses consecutivos de caída, lo que la llevó a niveles comparables con los de 2007. Se trata de un retroceso que pone en evidencia la fragilidad estructural del aparato productivo, especialmente en un contexto en el que la capacidad de respuesta frente a la demanda interna y externa se encuentra limitada.
Un retroceso de 18 años
El índice industrial marcó entre marzo y junio una contracción del 2,1 %, reflejando la pérdida de dinamismo en 12 de los 16 sectores analizados. Entre los más afectados se encuentran textiles, cuero y calzado, maquinaria y equipo, y automotriz, actividades muy sensibles tanto al consumo interno como a la inversión productiva.
Este desempeño sitúa al sector 13 % por debajo del máximo histórico alcanzado en 2011, mostrando un estancamiento de largo plazo que combina problemas estructurales con coyunturas adversas. La utilización de la capacidad instalada sigue por debajo del 60 %, dato que revela la subutilización de la infraestructura y la falta de confianza para ampliar la producción.
Junio: un alivio que no cambia la foto
En junio, la producción industrial creció un 12 % interanual y un 1 % respecto de mayo. Esa mejora acercó los niveles de actividad a los de noviembre del año anterior, aunque todavía sin recuperar la fuerza suficiente como para marcar un punto de inflexión.
El repunte fue heterogéneo. La molienda de granos y la producción de materiales para la construcción fueron los sectores más dinámicos, beneficiados por la estacionalidad y cierta reactivación puntual. En cambio, el automotor y las bebidas continuaron con números negativos, reflejando la debilidad del consumo interno y la falta de demanda sostenida.
Además, el aumento de las importaciones de bienes terminados e insumos sumó presión sobre la producción local, en un momento en el que el mercado interno sigue condicionado por salarios reales rezagados y la dificultad del crédito para el consumo.

El frente logístico y el comercio internacional
La industria no solo enfrenta desafíos de producción: también lidia con un entorno logístico más complejo. El aumento de costos en transporte, almacenamiento y distribución impacta de manera directa sobre la competitividad de las empresas, tanto en el mercado interno como en el externo.
El encarecimiento del crédito y las restricciones financieras limitan la capacidad de muchas compañías para sostener inventarios o invertir en tecnología que mejore su eficiencia logística. Esto genera una brecha cada vez más marcada entre grandes empresas con espalda financiera y pymes industriales que deben priorizar la supervivencia.
En el plano externo, si bien algunos sectores exportadores mantienen buenos niveles de colocación en mercados regionales, el panorama internacional no favorece un despegue rápido: la volatilidad de precios, las tensiones comerciales y el aumento de barreras no arancelarias ponen a prueba la capacidad de sostener competitividad.
Un tablero de luces y sombras
- Luces: el rebote de junio, la recuperación parcial de la molienda y de insumos para la construcción, y el potencial de una estabilización macro que brinde previsibilidad.
- Sombras: la caída acumulada del 2,1 % en cuatro meses, la capacidad instalada por debajo del 60 %, el estancamiento del consumo interno, la presión de las importaciones y los costos logísticos crecientes.
Este escenario mixto explica por qué, a pesar del crecimiento interanual de junio, no puede hablarse aún de una recuperación sostenida.
Desafíos de cara al segundo semestre
El futuro inmediato de la industria argentina dependerá de su capacidad para sortear al menos cuatro grandes desafíos:
- Reactivar el consumo interno, clave para traccionar a sectores intensivos en empleo.
- Facilitar el acceso al financiamiento productivo, especialmente para pymes que hoy operan con márgenes mínimos.
- Impulsar mejoras logísticas, reduciendo costos y aumentando eficiencia en un contexto global cada vez más exigente.
- Fomentar la innovación tecnológica, condición indispensable para ganar competitividad y sostener exportaciones en mercados internacionales.
Conclusión: la industria ante un punto de inflexión
La industria argentina se encuentra en un punto de inflexión. Por un lado, arrastra un retroceso estructural que la llevó a niveles de hace 18 años; por otro, muestra que aún conserva capacidad de reacción con repuntes como el de junio.
El segundo semestre será decisivo: transformar un alivio parcial en una senda sostenida de crecimiento requerirá más que coyuntura. Necesitará políticas públicas consistentes, inversión privada decidida y una apuesta compartida por modernizar y fortalecer al sector.
La industria ha demostrado históricamente ser el corazón productivo del país. El desafío de hoy es lograr que vuelva a latir con fuerza, no solo en indicadores aislados, sino en un proceso sólido, inclusivo y de largo plazo.
