Sin salud mental no hay productividad posible.

Por María Eva González

En mi rol de directora de promoción tecnológica tuve que exponer en el Hilton de Pilar en un evento para hablar de innovación y tecnológica versus el bienestar en las industrias. Partí de la base que en el corazón de cada industria, de cada fábrica y cada oficina, hay personas, seres humanos que sueñan, se esfuerzan, sostienen familias y cargan con mochilas invisibles como la ansiedad, el agotamiento y la incertidumbre, realidades cotidianas que no se pueden maquillar con frases de motivación ni disimular con gráficos de productividad: O nos animamos a hablar de salud mental en serio o vamos directo a

l colapso silenciosoTrabajo desde hace más de dos décadas dentro del Parque Industrial Pilar, rodeada de empresas, líderes, operarias, técnicos, ingenieras y también muchas personas que se sienten en piloto automático. Por eso elegí dedicar esta columna, en el mes de la familia, a algo que hoy es urgente: cuidar a quienes hacen girar la rueda productiva. Porque si no hay bienestar, no hay rendimiento. Y si no hay alma, no hay industria que aguante.

Ya no alcanza con hablar de tecnología o de eficiencia. Hay que hablar del cómo se llega a los objetivos. ¿A costa de qué? ¿De quién? ¿Con cuántas personas medicadas, silenciadas o al borde del quiebre?

Es hora de cambiar el paradigma: producir sin explotar, liderar sin agotar, crecer sin quebrar el alma. No se trata de romantizar el “estar bien”, sino de crear entornos reales donde podamos respirar sin culpa, equivocarnos sin castigo y pedir ayuda sin miedo.

En mi trabajo como vinculadora busco conectar con empresas que ya lo están haciendo: implementando espacios de escucha activa, mentorías internas, pausas conscientes, programas de bienestar emocional. Esas que comprenden que no solo mejora el clima: bajan las ausencias, sube la productividad, florecen ideas y el sentido de pertenencia se multiplica.

Este cambio no es una moda: es una estrategia de supervivencia. En un contexto global de inestabilidad y un país atravesado por múltiples crisis, cuidar la salud mental en la industria no es solo responsabilidad social. Es visión. Es inteligencia. Es aplicar de verdad el ODS 3 (Salud y bienestar) y el ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico).

Las máquinas se arreglan, las planillas se reimprimen, los presupuestos se ajustan. Pero una mente rota… tarda años en volver a confiar.

Como mujer y como madre, sé lo que es sostener sin red. Y sé también que cuando las personas están bien, todo florece: las empresas, las ideas, los vínculos.

Por eso, hoy te invito a vos, empresario, directora de PyME, jefe de planta, gerenta de recursos humanos, o emprendedora que lidera desde el garage de su casa: mirá a tu equipo con otros ojos. Detrás del uniforme, hay historias. Y dentro de cada historia, hay una oportunidad de cuidar y crecer.

Porque al final del día, la industria no se mide solo en toneladas o balances. Se mide en personas. Y ninguna persona da lo mejor de sí, si no se siente cuidada.

Este mes de la familia, pensemos en regalar salud.

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